miércoles, 22 de febrero de 2012

ARTÍCULOS | La teoría de las ventanas


Algunos investigadores llaman ventanas a los periodos en que la oportunidad para que se desarrolle una determinada capacidad es óptima. Si no se estimula el cerebro durante ese tiempo específico, esa ventana se cierra.

A continuación enumeramos las ventanas clave de desarrollo, es decir, los periodos óptimos para procurar el aprendizaje de cada una de las capacidades del niño:
  • Relaciones sociales: de 0 a 18 meses.
  • Habilidades motrices: de 0 a 4 años. 
  • Habla y conversación: de 0 a 3 años. 
  • Matemáticas y lógica: de 1 a 4 años. 
  • Música: de 3 a 12 años.
  • Aprendizaje de un idioma extranjero: de 0 a 10 años. 
Si una ventana se cierra, puede que ya no se vuelva a disponer del potencial de desarrollo, es decir, estamos desperdiciando los momentos idóneos para que el niño aprenda. Si esa oportunidad pasa, no significa que ya no se puede hacer nada, pero sí que el aprendizaje entrañará mayor dificultad.

La teoría de las ventanas viene a decir "ahora o nunca", y éste tendría que ser el lema de los padres para estimular a sus hijos. El cerebro infantil está dotado de una increíble plasticidad. Oímos frecuentemente decir que los niños son "como esponjas". Ésta es la plasticidad cerebral, la capacidad que tiene cada una de las neuronas para conectarse y desempeñar funciones nuevas.

Si ponemos frente a un ordenador a un niño de 3 años y a su abuelo de 60, comprobaremos que el pequeño aprende rápidamente a encenderlo y manejarlo. El abuelo también, pero con más dificultad; deberá hacer muchos ensayos y errores, tardará más tiempo, olvidará las cosas.

La aplicación de experiencias estimulantes será mucho más eficaz si el padre y la madre se ponen de acuerdo en qué hacer y cómo:
  • Si queremos potenciar el desarrollo integral del niño, todas las actividades de estimulación deben ser coordinadas.
  • Los medios que empleemos para trabajar con el pequeño han de ser elegidos por los dos. 
  • Los padres son los jefes del equipo: deben ponerse de acuerdo en los objetivos que hay que conseguir. 
  • El control emocional y del tono de voz deben ser los mismos en el padre y en la madre, por ejemplo, ante una negativa del niño -a comer, a dormir, a salir de la bañera- con su consiguiente rabieta, si uno habla en un tono de voz bajo y el otro grita, estaremos creando un ambiente inseguro para el pequeño, que no sabrá a quien mirar o creer. 
Para aunar criterios, lo más eficaz es dialogar. Podemos ponerlos por escrito en algún lugar de la casa para no olvidar que son normas de funcionamiento. Si lo conseguimos, estaremos dando a nuestro hijo un entorno psíquico seguro.

FUENTE | El manual de Supernanny, Ed: El Pais, 2007

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